XVIII aniversario…

La CAFA cumple dieciocho años. En la sociedad civil española es una cifra que marca la mayoría de edad con sus derechos y responsabilidades. Y así también la CAFA va ocupando su lugar en la vida de este país desde esas comunidades que Dios va sembrando a modo del grano de mostaza: pequeña pero con vocación grande de acoger a su sombra a quien busca honestamente a Dios Padre y Madre.
En estos dieciocho años hay quien se acerco y marchó… quien se acerco, vivió la Fe con nosotros y mantiene el recuerdo y contacto… quien sigue en ella con la certeza de vivir este carisma dentro de la Iglesia de Jesucristo teniendo como máxima: la CAFA está para trabajar… A todos y todas: GRACIAS.
Este años 2023 la CAFA celebra Asamblea de Comunidades y, de acuerdo con nuestros Estatutos y Reglamento, de ella saldrá un nuevo Coordinador o Coordinadora que guiara a la luz del Espíritu esta pequeña barca que solo pretende mostrar a la humanidad el rostro amoroso de un Dios loco por cada uno de nosotros y nosotras.

Invito a cuantos nos conocéis, a cuantos nos quieren y a cuantos nos miran con desconfianza, a los que formamos la CAFA que elevemos a modo de oración y propósito lo que el Salmo 39 de la liturgia de hoy nos propone: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

TODO ES GRACIA

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Nota ante el ataque al Salón del Reino de los Testigos de Jehová en Hamburgo

Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor.
Mt 25, 21

La Comunidad Apostólica Fronteras Abiertas lamenta la muerte violenta de siete miembros de los Testigos de Jehová (una de ellas una mujer embarazada) en la ciudad alemana de Hamburgo.
Ninguna motivación puede hacer que una persona se arme y quite la vida de un ser humano.

Nuestras comunidades elevan oraciones por el eterno descanso de las victimas y por el atacante. Los ponemos en las manos de Dios Padre y Madre.

Documental ‘Lume’, un recorrido por la historia del protestantismo en Segovia

“La historia crea puentes de diálogo entre el protestantismo y la sociedad”, explica Sara Pesquera, codirectora del documental.

Los protestantes siguen siendo grandes desconocidos en España. Parte de esa ignorancia tiene que ver con la educación, pero también con la escasa divulgación de las historias que sus protagonistas han vivido en este país. Historias de persecución y dolor, pero también de valor, esperanza y luz.

Lume cuenta la historia de cómo llegó el protestantismo a Segovia, una ciudad donde el catolicismo romano era la única religión presente y tolerada. Eso hizo que aquellos que abrazaron la fe evangélica tuvieran muchas dificultades y el rechazo social, que en algunos casos llegó a la violencia.

Mensaje del Coordinador para la Cuaresma 2023

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Mt 6, 1-6.16-18

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

El Evangelio nos da la ley de la caridad, muy bien definida por las palabras y ejemplos constantes de Cristo, el buen Samaritano. Él nos pide que amemos a Dios y a todos nuestros hermanos, sobre todo los más necesitados. La caridad, en verdad, nos purifica de nuestro egoísmo; derriba las murallas de nuestro aislamiento; abre los ojos y hace descubrir al prójimo que está a nuestro lado, al que está lejos y a toda la humanidad. La caridad es exigente pero confortadora, porque es el cumplimento de nuestra vocación cristiana fundamental y nos hace participar en el Amor del Señor.

Nuestra época, como todas, es la de la caridad. Ciertamente, las ocasiones para vivir esta caridad no faltan. Cada día, los medios de comunicación social embargan nuestros ojos y nuestro corazón, haciéndonos comprender las llamadas angustiosas y urgentes de millones de hermanos nuestros menos afortunados, perjudicados por algún desastre, natural o de origen humano; son hermanos que están hambrientos, heridos en su cuerpo o en su espíritu, enfermos, desposeídos, refugiados, marginados, desprovistos de toda ayuda; ellos levantan los brazos hacia nosotros, cristianos, que queremos vivir el Evangelio y el grande y único mandamiento del Amor.

Informados lo estamos. Pero, ¿nos sentimos implicados? ¿Cómo podemos, desde nuestro periódico o nuestra pantalla de televisión, ser espectadores fríos y tranquilos, hacer juicios de valor sobre los acontecimientos, sin ni siquiera salir de nuestro bienestar? ¿Podemos rechazar el ser importunados, preocupados, molestados, atropellados por esos millones de seres humanos que son también hermanos y hermanas nuestros, criaturas de Dios como nosotros y llamados a la vida eterna? ¿Cómo se puede permanecer impasible ante esos niños de mirada desesperada y de cuerpo esquelético? ¿Puede nuestra conciencia de cristianos permanecer indiferente ante ese mundo de sufrimiento? ¿Tiene algo que decirnos todavía la parábola del buen Samaritano?

Al comienzo de la Cuaresma, tiempo de penitencia, de reflexión y de generosidad, Cristo nos llama de nuevo. La Iglesia (Comunidad de bautizados), que quiere estar presente en el mundo, y sobre todo en el mundo que sufre, cuenta con vosotros. Los sacrificios que haréis, por pequeños que sean, salvarán cuerpos y confortarán espíritus, y la “civilización del Amor” no será ya una palabra vacía.

La caridad no vacila, porque es la expresión de nuestra fe. Que vuestras manos se abran pues cordialmente para compartir con todos aquellos que vendrán a ser por ello vuestro prójimo.

«Servíos unos a otros por la caridad» (Gal 5, 13).

Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos 2023

Haz el bien; busca la justicia
Is 1, 17

Con este lema estamos convocados, desde hoy hasta el próximo 25 de enero, todos los cristianos a orar por la tan deseada unidad, la que nos hará creíbles, discípulos de Jesús nuestro Señor.
Este año se nos va a insistir en la lucha unidos por el bien del prójimo, por la justicia, por lo derechos de todo ser humano sea de la confesión que sea. La Iglesia (Comunidad de bautizados) no puede dejarse arrebatar, por ninguna ideología o corriente política, la bandera de la justicia, que es una de las primeras exigencias subrayadas por el Evangelio y el núcleo central de su actuar. El discurso sobre la justicia abre, consecuentemente, el discurso sobre los derechos. Derechos de todo ser humano, cuya dignidad, cuya libertad, deben ser tuteladas y definidas. Y derechos de todos los pueblos, cuya soberanía e independencia, en cuanto naciones, deben ser respetadas, aunque siempre dentro del circuito de la solidaridad con los otros pueblos que forman la comunidad internacional.

Seamos testigos de este Evangelio que no deja al margen a nadie.

Dios todopoderoso y eterno, que reúnes lo que esta disperso y conservas lo que has unido, mira con amor al pueblo de tu Hijo, para que, cuantos han recibido un mismo bautismo, vivan unidos por la misma fe y por el mismo amor.
Por Jesucristo nuestro Señor
Amén